Perplejo

Apareces y desapareces, me enamoras y me dejas, te vas con los besos que me pertenecían. Cada día que pasa es un recuerdo de lo ahogado que me siento. Las nubes se alejan dejando que el viento pase frío al extremo de una cama que ya no ocupas.

Caigo en la indecisión, en el desespero de no saber qué piensas, de saber que ya no soy recurrente en tus pensamientos, de dejarme usar cuando me necesitas. Es así como la incertidumbre se apodera de lo que alguna vez intentaba ser un ser humano seguro de lo que es y de lo que tiene. Cada vez más perplejo observo tus labios acercándose a los míos y sin mostrar resistencia, correspondo con amargura la necesidad constante de la compañía y de las cenizas de un amor inexistente.

Es así como en la noche larga, cuando la luz se apaga y enfrento a los fantasmas de la soledad, me doy cuenta que la adicción a la melancolía me vuelve a encerrar en el ser que no he dejado de ser. Aquel taciturno que busca más silencio y soledad.

Llega la lluvia en la madrugada y no puedo dejar de pensar en ti, ¿cuándo volverás? soy un mendigo de lo poco que das, esperando los besos como si fueran una dávida, espero palabras que no llegarán, porque te conozco, lo sé. Soy esa burbuja dentro de tu vida que te da lo poco que queda de un corazón que se está aburriendo de no sentir nada de vuelta.

Aún así, noche y día, masoquista, dirijo la mirada a mi móvil esperando a que aparezca tu nombre de repente.

Sergio de Helena

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