Todo tiene su final

Veo el celular esperando que llegue un mensaje, algo que me diga que no soy plato de segunda mesa. Ella está conectada, sé que está hablando con su nueva conquista: un antropólogo guapo, de esos que se creen la puta verga porque hablan latín y tienen sellos con frases estilo "Sic mundus creatus est", "Amantes sunt amentes" o "Habent sua fata libelli" para demostrar su grandilocuencia y esnobismo.

Salgo de la conversación, miro la ventana y comienzo a hablar con un fantasma. Al parecer es el único que me hace algo de caso en los últimos días:

- Todo tiene su final, como decía Héctor Lavoe junto a Willie Colón en 1973.

- Deberías estar contento con lo que te dan: mensajes tibios a destiempos y abrazos de consuelo al no conseguir nada más. La gama de colores de los corazones ha bajado con el tiempo, a este ritmo iremos de rojo a blanco en menos de 3 meses.

- ¿Entonces tienes que estar ganando algo para que una relación funcione?

- Obvio, no puedo vivir con algo que me ofrece todo el mundo y darle valor único porque lo da ella. Una amistad la consigo a la vuelta de la esquina. ¿Qué tiene de especial esta amistad? ¿Que de acuerdo a la hora y el día desaparece para después decir que es incondicional o fundamental? 

- ¿El amor no es aquel que predica que "uno no debería esperar nada de nadie"?

- Sí, pero en ninguna parte dice que seas feliz con las sobras de los demás.

- Y eso es lo que tenemos al final, ¿no? Sobras de cariño.

Volteo a ver el celular aún sin respuesta y pienso, todo tiene su final querido, todo.

Sergio de Helena

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